Friday, March 17, 2006

Un lugar en el espacio III

La sonda atravesó sigilosamente la atmósfera, teniendo en cuenta la tecnología terrestre era poco probable que la detectaran, sin embargo, era preferible tomar precauciones y evitar un contacto prematuro que podría tener consecuencias irreversibles. Descendió rápidamente aprovechando la oscuridad de la noche, para sumergirse suavemente en mitad del Océano, sin que nadie se percatara de su presencia.


Alderto Calfo era una persona inteligente, pragmática, y lo más importante en estos tiempos, tenía buenos contactos. Gracias a ellos supo con suficiente antelación que estaba siendo investigado, y aunque no pudo evitar su detención si consiguió deshacerse de todas las pruebas que le podían incriminar y poner en buenas manos las piezas más importantes. La pericia de su abogado, especializado en estos casos, consiguió generar la suficiente confusión como para que no pudieran emitir el Veredicto Express, por lo que el caso quedaría abierto, o lo que es lo mismo, en estos tiempos de insumisión social, se perdería en la inmensidad de millones de casos sin juzgar.

Ya se había hecho de noche cuando salió de las dependencias policiales, y aunque estaba libre sabía que su situación era delicada. Estaba marcado por lo que cualquier intento de contactar con la organización era extremadamente peligroso. Sin embargo, era imprescindible que les hiciera llegar la información que tenía. No podía contactar a través de la red como hacían normalmente, estaba vigilado y el más mínimo error pondría en peligro a sus contactos. Tenía que llegar a ellos sin que la policía se percatara y sobretodo tenía que recuperar los registros de sus últimas investigaciones.

Conteniendo su ansiedad, caminó sin prisas hasta la universidad, sabía que estaba siendo vigilado, una vez marcado el seguimiento era continuo a través de sensores ópticos y acústicos que llegaban hasta el último rincón de la ciudad. Sistemas automáticos vigilaban a millones de personas marcadas, cualquier conducta anómala sería detectada por los algoritmos de inteligencia artificial y activaría las alarmas de seguimiento. Además, la universidad estaba especialmente vigilada.

Desde hacía varias generaciones los Calfo habían ocupado puestos relevantes en la cátedra de Bio-historia Marina de la Universidad Central. Cincuenta años atrás era el orgullo de la ciudad, la Universidad de Bio-historia más prestigiosa del planeta, donde se reunían los más importantes científico-historiadores de la época y donde se realizaron los estudios más importantes sobre los antiguos ecosistemas. Por aquel entonces se alzaban muchas voces desde la universidad contrarias al Neo-Darwinismo que exigían al gobierno medidas conservacionistas para las pocas reservas que quedaban y miles de jóvenes se unían al movimiento por la conservación de la biodiversidad, que aún era legal.

Tras la prohibición y destrucción de las reservas, entre las que se encontraban algunas de valor incalculable para los bio-historiadores como “La Selva tropical del Amazonas”, que ocupaba casi 300 hectáreas o “La Gran Barrera de Coral” con casi un kilómetro de arrecife, se provocaron una serie de disturbios que terminaron con el cierre de la Universidad y la ilegalización del movimiento que posteriormente llevaría a la fundación de la ilegal Organización para la Conservación de la Biodiversidad.

La Organización había sobrevivido y prosperado durante todo este tiempo pese a la persistente persecución policial. Era imposible saber cual era la dimensión total de la Organización, existían múltiples ramificaciones, sin una jerarquía definida, donde cada rama funcionaba de forma autónoma pero manteniendo conexiones con otras ramas, creando una estructura caótica pero a la vez invulnerable. Una estructura basada en un la forma de crecimiento de algunos corales antiguos, donde cada rama crece y se bifurca de forma casi aleatoria hasta encontrarse con otra con la que se fusiona, creando un entramado tal, en el que todo está conectado y siempre es posible llegar a cualquier punto por distintos caminos, y de forma que si se rompe una rama esta puede sobrevivir y crecer de forma autónoma hasta volver a encontrarse con la red principal… un sistema complejo pero eficiente.

Bajo el pretexto de “documentar el triunfo de la humanidad”, Calfo junto con otros miembros de la Organización habían conseguido cinco años atrás reabrir la Universidad de la Bio-historia, pero siempre bajo la mirada desconfiada de la Ecológica que dudaba de sus intenciones. Aunque oficialmente el objetivo de la universidad era documentar la historia de cómo la humanidad fue dominando el planeta hasta conseguir el control absoluto del ecosistema, en la práctica todos, salvo algún político ingenuo, sabían que la universidad era el mayor centro de reclutamiento de la organización.

Calfo caminó entre los antiguos edificios de la Universidad, apenas se habían podido recuperar unos pocos, la mayoría habían sido reconvertidos en soluciones habitacionales de tercera clase. Entró en el que en su día fue el edificio principal y caminó por los pasillos desiertos hasta su despacho. Como esperaba había sido registrado sin el más mínimo disimulo, los muebles estaban amontonados en el centro y sin duda cada esquina había sido concienzudamente escaneada en busca de microchips o cualquier otro artilugio electrónico de almacenamiento de datos, el ordenador había desaparecido… no suponía ningún problema, contaba con ello, sin embargo ahí seguía lo que venía a buscar, sabía que la policía nunca lo habría encontrado.

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